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Tecnología

¿Es la vida una simulación?

Peaceful business colleagues enjoying VR experience

MORFEO: – ¿Crees en el destino, Neo? 

NEO: – No.

MORFEO: – ¿Por qué no?

NEO: – No me gusta la idea de que no pueda controlar mi vida. 

MORFEO: – Lo sé perfectamente. Déjame decirte por qué estás aquí. Estás aquí porque sabes algo. No puedes explicar ese algo. Pero lo sientes. Lo has sentido toda tu vida… Este mundo tiene algo raro. No sabes qué es, pero ahí está…. como una astilla en tu mente, volviéndote loco. Esta sensación es la que te ha traído a mí. ¿Sabes de qué estoy hablando? 

NEO: – ¿La Matrix? 

MORFEO: – ¿Quieres saber lo que es? 

NEO: – Sí…

Matrix – Diálogo: ‘Pastilla roja y azul’

Una disfuncionalidad en el sistema, o el error en el patrón, parece mover nuestro imaginario y sacarnos de lo que consideramos normal para pensar que algo no fluye y no cuadra como debiera. Así como en «Truman Show», el protagonista de un reality era el único que no sabía que era parte de esa burbuja nada real y lo descubrió cuando comenzaron a haber fallas en el sistema. Nosotros podemos ser los que, sin quererlo, seamos parte de un sistema cerrado que nos vigila, proyecta y mueve sin que seamos los verdaderos dueños de nuestra vida… pero poco a poco comenzamos a notarlo.

Desde hace años circula entre científicos y entusiastas la idea de que nuestro mundo no es, en realidad, real. Hay quienes sugieren que se trata de una simulación en la que vivimos controlados por otro ser como si fuéramos juguetes, mientras que otros aseguran tener pruebas de que la realidad es, de hecho, un holograma.

¿Cómo podemos llegar a saber la verdad?

Según el físico Rich Terrile existen algunos indicios, en concreto tres, que podrían demostrar esta teoría.

  • Primero, que el universo se rige por reglas matemáticas. ¿No resulta muy extraño que algo tan aparentemente caótico como la física y la gravedad se rija por leyes razonables, predecibles y, por tanto, computables? Lo decía Einstein: “lo más incomprensible del universo es que sea comprensible”.
  • Segundo, existe una unidad de medida mínima. Los avances científicos han sido incapaces de reducir la materia por debajo de los quarks y leptons, partículas inmensamente pequeñas que componen los elementos del átomo. Si hemos llegado “al píxel”, significa que nuestro universo es finito y por tanto alcanzable.
  • Tercero y último, nuestra percepción del entorno inmediato funciona exactamente igual que la simulación de escenarios en videojuegos. Es decir, percibimos exactamente lo que tenemos delante hasta una determinada distancia, que el resto de los elementos se van generando a medida que nos movemos mientras que los que vamos dejando atrás desaparecen. Como si nos moviéramos en un enorme sandbox que fuera nuestra propia vida.

Elon Musk lo tiene claro: cree que las posibilidades de que no estemos en una simulación es una entre un millón. Aunque la cifra parezca una locura, Musk lo razona con coherencia. El punto de partida para sus conclusiones lo encuentra hace 40 años, cuando nuestros antecesores jugaban a Pong, un juego con un punto y dos rectángulos. Ahora, una simulación 3D es lo más habitual, con el plus de que hay miles de personas jugando a la vez. Para Musk, si asumimos cualquier tasa de mejora en estas décadas, por pequeña que sea, sabemos que llegará un momento en el que cueste distinguir los juegos de la realidad.

Otro que apoya esta teoría es Raymond Kurzweil, experto en inteligencia artificial y director de ingeniería de Google. Según sus propias palabras: «tal vez nuestro universo sea un experimento científico de algún estudiante de secundaria de otro universo».

Conclusión

Aunque puedan llegar a existir indicios de que somos una simulación, el argumento lógico lleva a la imposibilidad de demostrar que somos reales, ya que cualquier prueba que obtuviéramos podría ser simulada. Por lo tanto, si no somos una simulación, nunca lo sabremos con certeza a no ser que los propios simuladores quieran mostrarse.

Guillermo Arturo Morales Ramos

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